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Barcelona y 26 ciudades de su área vuelven a suspender en reciclaje: se sitúan por debajo del objetivo europeo

Manuel Arenas

El desaliento sigue impregnando los niveles de reciclaje del área de Barcelona. La capital y otras 26 ciudades del total de 36 que integran el Área Metropolitana de Barcelona (AMB) volvieron a suspender en reciclaje el pasado 2023, cuando registraron una tasa de recogida selectiva de residuos por debajo del 55%, el objetivo que marca Europa para el próximo 2025. El AMB ha presentado, a través del consejero delegado de Acción Climàtica Guille López (Comuns), estos nuevos datos a año vencido este 8 de noviembre en su ecoparque de Montcada i Reixac, donde la administración metropolitana ha corroborado que la tendencia de estancamiento se mantiene con respecto a las estadísticas del 2022 y del 2021. Las comarcas del área de Barcelona están entre las regiones que peor reciclan de Catalunya, que en su cómputo global tampoco aprueba el examen europeo.

La proporción media de reciclaje en el AMB durante el 2023 fue del 40%, ni siquiera un punto porcentual más que en 2022. Ello implica que más de la mitad de residuos totales que se produjeron en la demarcación de 3,3 millones de habitantes, un total de 1.490 toneladas —443,3 kg por habitante—, se vertieron en el contenedor gris, la denominada ‘fracción resto’, obligando así a tratar los residuos con un proceso que el AMB grava con una tasa específica, la Tasa Metropolitana de Tratamiento de Residuos (TMTR), la cual acaba de incrementarse unos cinco euros de media de cara al año próximo. Actualmente, la TMTR ronda los 50 euros por hogar y año, según datos del AMB. Este gravamen se suma a la tasa de recogida de residuos que recauda cada ayuntamiento, que tras adecuarse las exigencias de una directiva europea se sitúa de media en las grandes urbes en unos 100 euros anuales por vivienda.

La media, no obstante, queda engrosada por la minoría de pequeños municipios —Tiana, Santa Coloma de Cervelló o Corbera y Torrelles de Llobregat, por ejemplo— que registraron altas tasas de reciclaje superiores al 70% tras haber implementado sistemas de recogida de ‘pago por generación’, como los contenedores inteligentes o el ‘puerta a puerta’. Pero lo cierto es que 24 de las 36 localidades de la metrópolis barcelonesa ni siquiera alcanzaron el 50% que la Unión Europea marca como estándar desde el 2020 y hasta el próximo 2025, cuando el umbral se incrementará en un 5%. Entre ellas están las tres urbes más pobladas del AMB por detrás de Barcelona (40,7%): Santa Coloma de Gramenet (27%), L’Hospitalet de Llobregat (28,5) y Badalona (30,6%). “La ciudadanía se ha relajado”, ha afirmado López, que ha asumido la resistencia al cambio de nuevos sistemas de recogida selectiva, especialmente en las grandes ciudades. El también concejal barcelonés ha tildado de “lástima” el actual escenario en que no hay previsión de que el ‘puerta a puerta’ se extienda en Barcelona más allá de los barrios de Sarrià y Sant Andreu de Palomar.

La lectura que hacen desde el AMB es que el contenedor abierto, fórmula que usan la mayoría de grandes ciudades para recoger sus residuos, ha tocado techo. El ente metropolitano llega a esta conclusión al comparar los municipios que peor reciclan con los que mejor lo hacen. El hecho de que estos últimos hayan cambiado sus sistemas de recogida “demuestra que el sistema de contenedores abiertos callejeros ha llegado al límite de sus posibilidades”, señalan.

Pese a que el tratamiento de los residuos es de competencia metropolitana, la recogida de los mismos es una atribución local de cada uno de los ayuntamientos. Ante el pesimismo que transpiran los datos, las administraciones locales esgrimen que cambiar el sistema de recogida de residuos a contenedores inteligentes o ‘puerta a puerta’ les supondría unos sobrecostes inasumibles en un contexto de endémicos equilibrismos financieros en el mundo local. Y a ello se suma que, al pensar en un potencial ‘puerta a puerta’, a los grandes consistorios se les aparece el ‘fantasma’ del revuelo social en el barcelonés barrio de Sant Andreu de Palomar, donde se llegó a pedir la dimisión de la ahora exalcaldesa Colau tras la implantación del sistema.

Desde el AMB asumen que estos sobrecostes son una realidad en el corto plazo, sobre todo en municipios grandes, aunque indican que a largo plazo “compensan” en términos de recogida selectiva de residuos. “Hacemos acompañamiento técnico a los ayuntamientos y les explicamos que hay incentivos económicos para las ciudades con sistemas individualizados como bonificaciones o el menor importe del canon de la Agència de Residus de Catalunya (ARC)”, ha comentado López.

Un potencial ahorro de 20 millones de euros

La nota positiva en términos medioambientales del reciclaje metropolitano lo pone la disminución de la producción de los residuos, especialmente en cuanto a la ‘fracción resto’ (contenedor gris). De media, cada habitante de las ciudades del AMB produjo en 2023 unos 445 kg de residuos, unos 700 gramos menos que el año anterior. Desde el 2010, la producción total del AMB ha menguado en un 10%, dato que sigue situándose por debajo del 13% que pide la UE para 2025 (un 15% en 2030).

En cuanto a la ‘fracción resto’, a todas luces la más cara de tratar —unos 130,2 euros por tonelada, frente a los 62,9 euros de la orgánica—, en el AMB se produjeron en 2023 unos 258,8 kg por habitante, el mínimo histórico. Pese a que sigue siendo más de lo que el AMB querría, supone una merma de en torno al 4% en relación al 2022 y del 13% en comparativa con el 20219, último año prepandémico.

El AMB calcula que, si los municipios desplegasen sistemas de recogida selectiva más eficientes, “el coste del tratamiento podría llegar a disminuir en 20 millones de euros de cara al 2025, debido sobre todo al ahorro en el impuesto sobre vertido controlado o incineración”, apuntan fuentes metropolitanas. Se trata de un tributo que cobra la Agència de Residus de Catalunya (ARC) y la penalización por el envío de residuos a vertederos se destina a financiar la recogida selectiva y las instalaciones de tratamiento de residuos, especialmente de la ‘fracción orgánica’. “Aunque a las grandes ciudades les está costando este cambio, esperamos que puedan hacer un paso adelante que nos acerque al objetivo europeo”, ha sostenido López.

Económicamente, el AMB subraya las diferencias entre municipios en lo que se refiere a la recogida selectiva: los municipios que mejor reciclan pueden pagar hasta tres veces menos en concepto de TMTR que los que peor lo hacen, destacan fuentes de la administración metropolitana. La horquilla del coste del tratamiento de residuos va desde los 61,95 euros anuales por hogar de Torrelles de Llobregat hasta los 143 euros por hogar de Cervelló (en Barcelona cuesta unos 95,17 euros por hogar). Estos datos no se corresponden exactamente con la media que cada hogar abona en concepto de TMTR, si bien sí sigue la tendencia de que los municipios que peor reciclan son los que generan un coste más elevado del tratamiento de residuos para el AMB y, por consiguiente, los que originan importes medios más cuantiosos de la TMTR.

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