Inmunidad.: Qué son las membranas mucosas que recubren los órganos y por qué tienen superpoderes
Según expertos, entender la función de estas barreras es clave para la salud, especialmente en el caso de las mucosas respiratorias, que sufren con factores como el tabaquismo.
El sistema inmunitario está por todo el cuerpo. La gente lo entiende como algo sofisticado, que va por la sangre, y en realidad empieza en los pelos de la nariz.
Como cualquier sistema de defensa tiene cosas muy eficaces y menos sofisticadas. La piel es la principal barrera de defensa, y las mucosas son una parte particular del sistema inmunitario.
Ricardo Cubedo, oncólogo médico e investigador clínico, precisa que todos los conductos y cavidades del cuerpo están tapizados de mucosas, siendo una de sus principales funciones el mantener a raya los microorganismos.
El experto detalla entonces cómo el sistema inmunitario protege el cuerpo desde las mucosas, actuando como una “piel interna” que combate microbios y partículas nocivas en cada respiración y bocado.
Qué son las membranas mucosas
“Las mucosas son como nuestra piel de dentro. Todo el mundo se imagina la piel como una barrera que nos defiende del exterior, no sólo de los microbios, sino también de los rayos ultravioleta, de las pequeñas agresiones tóxicas o físicas; y el interior de nuestros órganos huecos, fundamentalmente el tubo digestivo, el árbol respiratorio, pero también el interior de la vía urinaria, de los órganos sexuales, todo lo que está hueco y tiene forma de tubo y conduce cosas (aire, alimento, bilis) está separado del exterior por las mucosas”, grafica.
Pero, a su vez, hay mucosa en la parte anterior de los ojos, protegida por una sutil y transparente película llamada conjuntiva.
Algunas mucosas tienen funciones muy especializadas, como la que recubre la lengua y permite percibir los sabores, o la olfativa mucosa pituitaria, ubicada en el techo de las fosas nasales.
Pero las dos mucosas más importantes son las del tubo digestivo y la del árbol respiratorio, subraya el doctor, porque son las más extensas y también las más expuestas a la invasión de bacterias, de parásitos, de virus, de hongos, de partículas nocivas y de sustancias tóxicas.
Las dos mucosas más importantes
- La mucosa del estómago
Las mucosas “tienen superpoderes” y cada una tiene una función, dependiendo de dónde se encuentre. La del estómago, por ejemplo, tiene que fabricar y segregar ácido clorhídico, que si se echa encima de un metal se la come.
Mientras, la mucosa del intestino delgado es capaz de absorber de forma “muy eficiente” los nutrientes de alimentos; la del colon lo es absorbiendo agua, y de forma regulada, ni mucha ni poca, y dejando pasar la mínima cantidad de microbios posibles que están mezclados con los alimentos.
- La mucosa respiratoria
Empieza en la nariz y sigue por la laringe, la tráquea, los dos bronquios principales, uno para cada pulmón, y luego una infinidad de bronquios y de bronquiolos, dividiéndose sucesivamente en ramas cada vez más pequeñas, hasta terminar en el callejón sin salida de los alveolos, microscópicos saquitos rodeados de sangre donde se absorbe el oxígeno.
Es más, las mucosas no se llaman así porque sí, sino que dispersas por toda la membrana respiratoria están las células calciformes, llamadas así porque tienen forma de cáliz, y que dedican toda su energía a fabricar moco, una sustancia fluida, viscosa y pegajosa, que impregna todo el interior del árbol respiratorio.
Al microscopio puede observarse que continuamente la mucosa respiratoria segrega un moco líquido que lo recubre de arriba abajo. Es como una inmensa alfombra de pelo largo que se mueven al unísono, como si tuvieran vida propia y batiendo ese moco siempre hacia afuera microbios y partículas de contaminación.
Los microbios o partículas nocivas que sobrepasan los pelos de la nariz, o los se inhalan al respirar por la boca, se quedan adheridos a la película de moco como moscas a una telaraña.
El moco tiene sus trucos
Según el especialista, el moco guarda un par de trucos para destruir y expulsar a todos esos microbios, granos de polen, ácaros, esporas y porquería diversa que se quedó pegada a las paredes de la nariz o de la garganta.
Las células calciformes también, aparte de fabricar moco sin parar, antes de segregarlo lo cargan de sustancias venenosas para los microbios.
Además, las membranas respiratorias dejan paso franco al oxígeno, que los glóbulos rojos de la sangre transportan a cada rincón del cuerpo, y al dióxido de carbono, que se elimina en cada espiración y motivo por el cual una persona no muere asfixiada en cuestión de minutos.
¿A quién le molesta los pelos de la nariz?
Quizá los pelos de la nariz no parezcan gran cosa, pero forman parte de esos trucos de ingeniería de las mucosas respiratorias.
El aire que respiramos está colmado de partículas nocivas demasiado pequeñas como para que las veamos. Suspendidos en el aire flotan granos de polen, esporas de moho y de hongos, fibras de asbesto, polvo del cemento, alérgenos del pelo de los animales de compañía, o entre otros, los ácaros de polvo, que inhalas unas cuantas docenas cada vez que respiras.
La principal línea de defensa del cuerpo contra ellos, y contra todos esos microorganismos minúsculos, es ese filtro pegajoso de los pelos de tu nariz.
¡Y cuidado! Un fumador tiene en esa barrera muchas más dificultades, y por eso vienen a sufrir más infecciones respiratorias que quienes no fuman.