La entrevista de anoche en El Hormiguero a Karla Sofía Gascón fue tan loca y tan surrealista que resulta hasta complicado saber por dónde empezar. Si lo haces por el principio, el arranque fue… tensión absoluta. Si empezamos por el final, el resultado fue un Pablo Motos que, ante lo que acababa de vivir, decidió decir que no a la petición de la invitada de sentarse en la mesa de actualidad. Karla Sofía Gascón, tal vez, estaba nerviosa o, tal vez, no quería estar allí. Pablo Motos, tal vez, estaba incómodo o, tal vez, tenía unas ganas de decir “gracias por venir” que no pudo ni contenerlas.

Empezó ya mal. Al inicio de El Hormiguero, Pablo Motos anunció la entrada de la actriz, reconocida por su trabajo en la película Emilia Pérez en el pasado Festival de Cannes con el premio a mejor actriz ex aequo. Karla Sofía Gascón entraba como entran siempre los invitados de El Hormiguero: aplausos, música y el saludo de Pablo Motos. Pero algo ya falló desde el principio. La actriz dio dos besos a Pablo Motos y, cuando parecía que se iban a dirigir hacia la mesa, Karla Sofía Gascón dio el primer toquecito al presentador: “Tenéis la música muy alta. Bajadla un poco, ¿no? Que vengo de avión, tengo jet lag”. No se lo iba a poner fácil a Pablo Motos. No, no, no.

Silencio sepulcral durante unos instantes que, en televisión, ya se sabe, se hace eterno. “Era solo un comentario, nada más”, le dijo la actriz. Pues venga, a sentarse. “Pim, pam, pum, tengo una pistola…”. Se sentaba, acelerada, inquieta, como un huracán, arrasando con todo. Pablo Motos arrancó la entrevista queriendo saber qué había supuesto para Karla Sofía Gascón, como mujer trans, haber recibido tantos premios por su trabajo. Karla Sofía Gascón, afilada como una navaja suiza, lanzó el primer golpe: “No me gustan los adjetivos. Es cierto que soy lo que soy, soy una mujer que ha transicionado, pero una mujer”. Pablo Motos empezó a incomodarse, pero intentó de todas las maneras posibles que no se notase, no liarla, no enfrentarse a un nuevo Sofía Vergara.

El “conejo” de Karla Sofía Gascón

Hablaron de la película, una cinta en la que Karla Sofía Gascón interpreta a un narco que transiciona. Hablaron de una de las escenas, la que Karla Sofía Gascón describió como “yo creía que iba a ser como el ojo de Buñuel, pero el conejo de Karla“. Finalmente no ha sido así, pero… “Ahora lo que van a hacer es comerme el conejo todos los que me odian”. Pablo Motos intentaba hacer preguntas; de hecho, viendo los derroteros que estaba cogiendo la entrevista, él mismo le dijo a la actriz que, si preguntaba y metía la pata, que se lo dijese. No le hacía falta decírselo, pero era una manera de llevar a la invitada a su terreno. Fue imposible.

Karla Sofía Gascón era un torbellino. El problema es que Karla Sofía Gascón no había estado nunca en El Hormiguero y entrevistas televisivas también ha habido pocas. Es decir, era la primera vez que los espectadores la veían y eso lleva consigo desconocer a la persona y al personaje. Se hace complicado no juzgar si te cae bien o te cae mal. Se hace difícil averiguar si es que ella es así o es que había un papel. Y, por supuesto, como ella misma dijo durante la entrevista, el odio.

Que la entrevista fue difícil, sin lugar a dudas; que se hacía muy complicado no ver el programa y tensionarse, por supuesto. Pero eso no responde a la cantidad de comentarios en X tránsfobos. Hiciera lo que hiciese anoche Karla Sofía Gascón, al final tenía razón.

“La banda está muy mal de la cabeza. ¿Qué problema tienes con lo que yo sea? ¿A ti qué coño más te da? Soy una mujer y estoy hasta el pedo de ellos. Estoy hasta el culo porque hay gente que está jodiendo a la gente por su identidad sexual, por si es mujer, por lo que sea. Yo he sufrido ese odio, mucho odio. A mí me han mandado un mensaje en México diciéndome ‘vas a aparecer descuartizada en una bolsa, hija de puta'”. No hace falta añadir nada. Esto nadie se lo puede quitar a Karla Sofía Gascón. Pero esto es una cosa y otra muy diferente es el aceleramiento que tenía, la intensidad, la dificultad para entrevistar, sus salidas, sus entradas… Una cosa no quita la otra y anoche Karla Sofía Gascón lo puso muy, muy complicado.

Hasta tal punto que Pablo Motos, en un intento por reconducir lo que se le estaba yendo de las manos, le preguntó por su discurso cuando recogió el premio en el Festival de Cannes, el cual dedicó a todas las personas trans que han tenido que sufrir ese odio. Pablo Motos intentaba preguntarle; Karla Sofía Gascón seguía en sus trece, en que estaba hasta el toto de que todas las preguntas fueran por ahí. “Es que estás imposible”, le espetó Pablo Motos. “Es que me preguntas todo el rato por lo mismo”, respondió la actriz. Finalmente, contestó. A Dios gracias: “Pues claro que se lo dediqué a las personas trans, porque hay que reconocer a las personas que han sido discriminadas. La humanidad es asquerosa. Siempre hacen lo mismo. Cuando no los judíos que tienen que estar en campos de concentración. Cuando no negros en los campos de algodón”, sentenció.

Quedó claro que Karla Sofía Gascón no es una mujer fácil. De hecho, ni siquiera es una cuestión de tener a Pablo Motos enfrente o de estar en El Hormiguero; es que ella realmente debe ser así. Cuando le preguntó Pablo Motos por su encuentro con Madonna, la actriz dejó claro que ni Madonna ni hostias. Vamos, que si tiene que mandar a freír espárragos a la reina del pop, pues la manda. Punto pelota. “Pues no, porque me pilló en un momento que no paraba de llorar y Madonna, que había visto la película tres veces, se me abrazó muy emocionada, no me soltaba y me empezó a comerme la oreja, y le solté ‘ya, Madonna, déjame en paz y disfruta la vida'”. Ni Madonna.

Quiso seguir Pablo Motos con la felicidad, la alegría, intentando jugar al mismo juego que la invitada. Le preguntó con ironía qué era lo que le ponía contenta. “A mí nada. Una vez un amigo mío me dijo ‘esta gente no sabe lo que ha hecho, han metido un tigre en el gallinero'”. Mejor descripción no la hay.

El “no” de Pablo Motos a Karla Sofía Gascón

Nuevo intento: “¿El día más feliz de tu vida?”. Ni por esas. “Ninguno. Bueno, sí, el día que nació mi hija, pero tampoco, porque también sufrí. Mi hija nació con la cabecita deforme y dije que me había nacido un alien. Yo estaba muy preocupada y el médico me decía que se iba a poner bien y yo decía ‘hijo de puta mentiroso'”. Karla Sofía Gascón en absoluta plenitud.

Cuarto asalto: “¿Eres chunga trabajando?”. Y digo yo, ¿qué esperabas que fuera su respuesta? “Sí, soy muy chunga. Me gusta hacer las cosas bien y que los de alrededor las hagan también bien. (…) La gente se adapta a mí y no al ambiente”. Karla Sofía Gascón relató entonces lo que le ocurrió durante un rodaje con el pinganillo. “Me tenían hasta el culo de llevar el pinganillo”, comenzó. ¿Y qué hizo? Lo tiró a hacer puñetas. ¿Y qué ocurrió después? “Vino una a montarme el pollo y casi salimos a hostias en Veracruz”. Y creía Pablo Motos que a él se lo estaba poniendo difícil. Es que para ir a El Hormiguero, Karla Sofía Gascón se había prometido a sí misma ser buena. Pues si llega a ser mala, a Pablo Motos le tienen que ingresar.

Creo que es que Karla Sofía Gascón es tal cual se mostró anoche en El Hormiguero. Habrá quien la adore, pero también habrá quien no, porque es complicado seguirla. De hecho, durante la entrevista, la actriz citó muchas veces a amigos suyos y todos parecían tener la misma opinión: “Cuando me preguntan qué me haría ilusión siempre digo que querría hacer de mala de James Bond. Y un amigo me dice que sería imposible porque nadie se creería que James Bond me gana”. Pues eso. Y lo dice quien se supone que mejor la conoce.

Hubo hormigas, hubo ciencia y todo fue tan complicado como con la entrevista. El torbellino, el huracán, el tigre… Y llegó el final. Pablo Motos la despedía y Karla Sofía Gascón le pedía poder sentarse en la mesa de actualidad con Juan del Val, Tamara Falcó, Nuria Roca y Cristina Pardo. “No, no, no”, le dijo Pablo Motos. “No me vas a hacer que me vaya así”, le insistía ella. “No, no, no”, volvía Pablo Motos. “No me vas a hacer que me vaya así”, repetía ella. Consiguió Pablo Motos que no se sentara, pero la tensión fue imposible de ocultar. Solo le faltó decirle: “Tanta paz lleves como la dejas”.