Por qué escanean el iris, qué hacen con los datos y cómo ganan plata: todas las respuestas sobre Worldcoin
- Clarín dialogó con uno de los responsables de seguridad del proyecto que otorga criptomonedas a cambio de datos biométricos.
- La comparación con PayPal, la apuesta por escalar y la ambición por escanear a cada persona.
Por las avenidas de San Francisco, la ciudad que es punta de lanza en cualquier tendencia tech desde hace décadas, todos los anuncios publicitarios venden lo mismo: Inteligencia Artificial. iPhones con IA, soluciones para empresas en base a IA, chatbots. No es lo que se viene, es algo que ya llegó. Mientras parte del debate público se enfoca en imaginar qué se puede hacer con estas herramientas, el otro punto en disputa es pensar cómo será la integración a medida que mejore su capacidad para simular ser humanos.
En ese problema tiene puesto el foco Worldcoin (ahora renombrada World), un proyecto lanzado por Alex Blania y Sam Altman que tiene como objetivo crear una herramienta a gran escala para poder diferenciar humanos reales de algoritmos entrenados para parecer humanos.
Para eso, encontraron una única solución: escanear los ojos para generar un ‘pasaporte’, un dato biométrico que causó especial sensibilidad y levantó controversia en el puñado de países donde comenzó a operar. España y Kenia ordenaron pausar su implementación. En Argentina, donde tienen buena sintonía con el gobierno de Javier Milei, es donde más crecieron: 1 de cada 3 ojos que escaneron a nivel global vinieron del país.
Altman y Blania encabezaron un evento en San Francisco, a mediados de octubre, en donde presentaron las novedades del proyecto que busca, en última instancia, escanearle el ojo a todo el mundo. Altman es uno de los desarrolladores de ChatGPT, la plataforma que disparó masivamente el uso de la IA en los últimos años.
El proyecto World busca generar lo que llaman una ‘Prueba de Humanidad’, un número de Identidad simil DNI que es único para cada ser humano y que servirá para poder verificar que un usuario en un entorno digital (como puede ser una red social) es una persona y no una IA. También sería un reemplazo para el uso de contraseñas e, incluso, de pasaportes o identificaciones gubernamentales, según proyectan.
Para ello, la única manera que encontraron desde World para identificar a cada humano es tomarle un dato biomético del ojo. Concretamente el iris, el cual se escanea con una cámara especial desarrollada por la empresa y que se conoce como el ‘Orbe’. Son esas esferas cromadas que estuvieron girando por la costa argentina y el conurbano bonaerense desde el año pasado y que, a partir de ahora, tienen un stand propio en el Abasto.
Qué hace y cómo funciona el orbe
El orbe, según explican desde World, toma una foto de la cara y del iris de ambos ojos. Con esa información la esfera genera ese código DNI, un dato numérico que se almacena en la nube, pero que, aseguran, no está vinculado con ningún otro dato del usuario: ni su nombre, foto o identidad. Serviría únicamente para registrar que una persona no se haya registrado antes, ya que cada iris se vuelve un código único e irrepetible.
La foto que toma el orbe, junto a toda la información, es enviada al teléfono del usuario y queda almacenada únicamente en su WorldApp, una aplicación desarrollada por World que funciona como el ‘Pasaporte’ que luego se usa para verificarse. El resto de la información es eliminada del orbe, según explican en su whitepaper, un documento que sirve como hoja de ruta del proyecto. World no retiene ni sube nada de esa información, un detalle que repiten en cada comunicación y sobre la que machacan de manera insistente.
Ese “Pasaporte”, aspiran desde World, servirá en un futuro para loguearse en plataformas como redes sociales o para confirmar que uno es humano durante diversas transacciones. Hoy se puede usar en apenas un puñado de casos, como por ejemplo Reddit.
Como contraprestación por sumarse, en esa WorldApp además se depositan 25 tokens de la criptomoneda Worldcoin (WLD), casi 50 dólares al cierre de esta nota. Esas criptomonedas son las que luego son vendidas por los ‘Arbolitos’ que hacen negocio con las verificaciones en Latinoamérica, llevando gente para agarrar algo de ese dinero. Además, cada mes los usuarios pueden reclamar una fracción más de tokens.
Controversia, prohibición y polémicas
En su aplicación, World además tiene integrada una billetera de criptomonedas que, esperan, gane terreno a medida que el proyecto crezca. Es donde se depositan las WLD de premio. De acuerdo al whitepaper, una vez que terminen de repartir todas las WorldCoin que emitirán, un 25 por ciento quedará en manos de los accionistas originales. Según comenta una fuente vinculada al proyecto, la apuesta es que el valor de la cripto se multiplique una vez que esté masificado su uso.
De su lado, World se defiende sobre las dudas respecto a los mecanismos de seguridad afirmando que toda su aplicación es Open Source, y puede ser escrutada por cualquier persona u organización. Lo mismo ocurre con el software de la cámara del Orbe.
Sin embargo, entre usuarios y entes reguladores persisten las dudas sobre el proyecto. El uso de un dato biométrico tan sensible como el iris sigue generando controversia. Por ese motivo, durante todo el evento realizado en San Francisco pondrán el foco en responder todas las dudas que se presentan.
Uno de los encargados de ese proceso será Damien Kieran, Director de Protección de Datos de Tools for Humanity (TFH), que es la compañía de tecnología que desarrolla las herramientas del protocolo World. Con pasado en X (ex Twitter) y Google, es quien tiene la tarea de sentarse a charlar con gobiernos, entes reguladores y usuarios para explicar.
Recibió a Clarín y un grupo de otros medios de América Latina, la región donde más creció el proyecto en los últimos años.
─¿Por qué creen que el proyecto genera cierta controversia?
─ Cuando algo es nuevo, la gente tiene miedo. Hace 15 años, si te decía que te descargaras una aplicación, pusieras una dirección y apareciera un coche conducido por un desconocido, era una locura. Hoy tenés Uber. Así que lo veo como una curva de aprendizaje normal. Y estamos en esa fase en la que tenemos que enseñarle a los reguladores, a los usuarios y clientes. La mayor obligación hoy es hacer esto lo suficientemente simple como para que la gente normal lo entienda. La mayoría de las empresas de tecnología se basan en la venta de tus datos. Y en las últimas dos décadas, todos nos hemos adaptado o al menos aceptado eso. Lo que tiene de diferencial esta tecnología es que, por diseño, nosotros no sabemos nada al respecto del usuario. Y ese es el objetivo. Pero la única manera en que ustedes confíen en la tecnología es que sepan bien de qué se trata.
─Uno de los puntos claves para los desarrollos tecnológicos es que sean amigables. Hoy hay mucha gente que no entiende el proyecto cómo funciona, o les preocupa que les saquen una foto del ojo. ¿Sentís que es amigable?
─Sí, creo que sí. Ustedes llegaron acá cruzando aeropuertos. ¿Cuántas fotos les hicieron allí? 4 o 5 por lo menos, y esas son de las que se enteraron. Todas son biométricas, hacen reconocimiento facial y no sabés a dónde fueron tus datos. Nosotros intentamos construir algo que te permita saber todo eso. Lo que queremos hacer es construir una infraestructura en la que gobiernos y empresas puedan confiar. Entiendo cuando sugieren que sacarse una foto del iris no es amigable. Quizás no se sienta amigable, pero les digo que ocurre todo el tiempo y no se dan cuenta.
─¿Por qué tuvieron casos como España, donde desde el gobierno suspendieron el proceso de verificación?
─Cuando desarrollamos el proyecto en julio de 2023 fuimos a varios mercados para probar el orbe. No era un lanzamiento. Queríamos saber si funcionaba con distintos climas, distintos tipos de cara. No trabajamos en conjunto con los gobiernos ni hicimos marketing. Y lo que pasó fue que en ciertos lugares de España mucha gente vino por el boca en boca. Eso generó mucha prensa que no fue precisa. Decían que se escaneaban iris y los subíamos a la blockchain. Falso, nosotros no ponemos nada en la blockchain, ningún dato de ustedes. Pero cuando se publicaron esas historias, los reguladores en España y en otros mercados vinieron a preguntar.
─¿No creen que fue un error entrar a los países sin avisar?
─En aquel momento el proyecto tenía apenas 100 personas y trataba de probar los orbes, no era una salida al mercado. Como muchas cosas en el ambiente tecno, lo intentás y funciona, así que lo dejás. Pero luego vimos la reacción y nos dimos cuenta de que tal vez no había sido la manera correcta. Pero nunca hubo intención de no trabajar con los reguladores o de asustar a la gente.
─¿Por qué el iris?
─Hay cuatro tipos de dato biométricos: La cara, las huellas dactilares, el ADN y el iris. Yo puedo grabarte en la calle con una cámara, crear un deepfake con eso para que suene como vos y llamar a tu mamá para robarle. Puedo sacar una huella digital de un vidrio y falisficarla. Un ADN es difícil de procesar y manejar. Pero el iris no lo puede sacar cualquier cámara, no puedo hacer un código con eso. Tuvimos que construir el Orbe. Proporciona un nivel de protección que no puedes conseguir con ningún otro tipo de dato biométrico. Porque todo lo demás puede ser robado, replicado, falsificado. Así que entiendo la reacción emocional. Pero creo que si te tomas el tiempo para entender por qué es el iris, en realidad tiene mucho sentido.
─Y todos esos datos y protocolos quedan para ustedes.
No. No hay dueños. Los únicos datos que se almacenan por el protocolo están en unos nodos. Hoy hay dos nodos, uno de World y otro de Tools for Humanity pero en unas semanas abriremos un tercero y vamos a entregar otros a la Universidad de Berkeley y a una universidad austriaca. Y en el futuro esperamos que haya muchos más. Estamos hablando con organizaciones sin fines de lucro para sumarlos. Los datos se almacenan en estos nodos a los que no tenemos acceso. Es imposible, son a prueba de computadoras cuánticas. Y el punto es ese, que sean descentralizados y no se puedan apagar. Que nosotros no seamos los dueños.
─¿Y si mejora la tecnología y se pueden hackear esos nodos?
Supongamos que una computadora cuántica toma esos datos. Tiene una base de datos con todos códigos que son 0 y 1. Ninguno tiene una foto, no se pueden matchear con nadie, no te sirve para nada. Es imposible identificar a una persona con ese código.
-¿Cómo ganan dinero entonces?
─Hoy somos empresas respaldadas por capital de riesgo. Pero lo que también hicimos fue construir World como parte de una red. Hay un ejemplo que es el de PayPal. En los ’90 recaudaron 80 millones de dólares de capital de riesgo. Y lo que hicieron fue gastar 20 millones en la construcción de PayPal y luego 60 millones en la construcción de la red. Lo que hacían era darle 20 dólares a cada usuario nuevo y que puedas referir hasta cinco personas. Y con eso llegaron a un millón de usuarios, que en los 2000 era mucho. Así que para hacer lo que queremos hacer a escala, tenés que tener un incentivo a escala global.
─ Según comentaban en etapas anteriores, la foto que saca el orbe se elimina luego de crear el código salvo en los casos en que el usuario autoriza que se use para entrenar el modelo. ¿Cómo protegen esas fotos que sí guardan?
─Cuando lanzamos la verificación, en el contrato se preguntaba de manera opcional si nos permitían utilizar los datos para entrenar el modelo. En ese momento, debido a toda la presión que estábamos recibiendo de la prensa, eliminamos esa función. Hoy tenemos los datos de los usuarios que aceptaron, pero ellos pueden optar por pedir que los borremos. Tenemos previsto en los próximos meses activar la función de nuevo, pero sólo para tener un conjunto de muestra y poder asegurarnos que el modelo en el mundo sigue funcionando para todo el mundo. Sobre la seguridad, los datos se almacenan en un bucket de Amazon S3 al que accede un número limitado de personas, menos de cinco, que son el equipo de IA que trabajan en la red neuronal que está en el orbe.
─De los 6 millones de personas que se verificaron, ¿cuántas vuelven a usar la app regularmente? Porque en distintas regiones de América Latina la prensa encontró casos de gente que se escanea por la criptomoneda WLD únicamente, no tiene idea del proyecto y, a veces, ni siquiera tienen teléfonos. ¿De qué les sirve a ustedes esa gente si luego no vuelve?
─Por diseño no hacemos un seguimiento de lo que haces con la app. Pero de los 6.9 millones de personas que tenemos, podemos confirmar que unos 5 millones la usan regularmente. También somos muy conscientes del desafío de los ‘Arbolitos’. Está en prueba beta la función Face Auth, para que sólo la persona que creó su World ID pueda utilizar la aplicación WorldApp. En términos de las personas que tal vez se inscriban y tomar los WLD sin utilizarla de nuevo creemos que es un problema a corto plazo. A medida que escale, tendrá más utilidad. Es como el ejemplo de PayPal. Imagina que fui uno de los primeros millones de personas que consiguió sus 20 dólares. No usé PayPal por cinco años, pero ahora vuelvo porque es más útil. Es lo mismo aquí. Creo que es solamente una cuestión de escala y de tiempo.
JB/SL