Ayer por la mañana tuve una mala experiencia. Fue mientras me estaba desperezando en la cama y me entretuve mirando el móvil. Mal hecho. Lo sé. No era la primera vez y espero que sea la última. A lo tonto me di cuenta de que había pasado 50 minutos mirando el teléfono. Al final solo depende de mí, porque lo que uno cree que es entretenimiento o “mirar un ratito X para ponerse al día” acaba siendo una pura inyección de veneno en el cerebro.
Empiezas sin querer mirando un par de tuits en inglés -sin duda patrocinados porque uno no sigue a esas cuentas-, luego aparecen respuestas de usuarios que llevan insultándose entre ellos desde las tres de la mañana, más videos de la catástrofe de la DANA en diferentes versiones y con diferentes marcas de agua de gente que los ha capturado de otras plataformas, y más tuits cuya fuente de información es Radio Macuto.
Pero hay un momento en el cerebro dice: “Basta. Por favor. Higiene mental. Vale de X. Descansemos. No es obligatorio mirarlo todo, esta última hora no ha aportado nada a mi vida. ¿A qué viene este asqueroso vicio adquirido de tomar un zumo de naranja con una tostada fijando la vista en una pantalla leyendo toxicidad? Solo me sirvió, horas después, para escribir estas líneas. Y hasta aquí, porque además comenté este episodio con tres amigos del oficio y los tres me dijeron: “A mí me pasa lo mismo”.
Supongo que en estos momentos convulsos y desgraciados mucha gente necesita desahogarse, aunque sea con el arma del insulto o acusando al otro desde una de las dos Españas, por cierto cada vez más destacadas. Para acabar encontramos la gestión de las ayudas, donde se han sumado ‘youtubers’, ‘youtuberas’, anónimos, pseudoreporteros, etc. “En la encuesta que hemos colgado en X, de los cinco que os damos como opción, el pueblo valenciano que contabilice más ‘likes’ gozará de la presencia de nuestras excavadoras para seguir limpiando las calles”. Todo un “qué apostamos” de brocha gorda en pleno 2024. En fin. Entenderán ustedes que todo esto me supera y que me parece una mierda bien gorda. Como el botarate aquel que para grabar un video se manchó los pantalones de barro para hacerse el héroe…
Y para acabar: aquel que ayuda de verdad, pero de verdad, no lo comunica. Lo hace de forma anónima y en silencio. Todo lo demás es buscar o necesitar reconocimiento, llenar el ego y sumar seguidores. O sea: mierda.