Es joven, pero no insultantemente joven, tipo Lamine Yamal o Pau Cubarsí, adolescentes de destrozan barreras que antes parecían insalvabales. Es joven Marc Casadó (tiene 21 años) y una carrera recién iniciada (apenas 18 partidos como profesional), pero su fútbol, sencillo, y a la vez, sofisticado le ha permitido deslumbrar. Enamorando a Hansi Flick en el Barça primero y ahora a Luis De la Fuente, que lo ha convocado por vez primera para la selección española.
Una lista, integrada por 26 jugadores, en la que se suma a los habituales Lamine Yamal, Pedri y Dani Olmo. Por contraposición, no hay ningún jugador del Real Madrid, ya que la lesión de Dani Carvajal, el único español titular en el once blanco, ha provocado este vacío de madridistas en la selección. Pau Cubarsí, que tiene 10 puntos cosidos en su mandíbula derecha, no ha sido citado.
Y de lesión en lesión (caía Marc Bernal en el Barça y Rodri, el Balón de Oro 2024, en la selección) esa puerta de la elite se ha abierto para este genuino producto de la cantera catalana, nacido en Sant Pere de Vilamajor (Vallés Oriental), que ha elegido la vía de la paciencia hasta asentarse en el trono que ocupó Sergio Busquets durante tres lustros. El mismo lugar que fue en su día de Pep Guardiola. O perteneció en su momento a Luis Milla.
Fue Cruyff quien impulsó la carrera de Milla. Y luego de Guardiola. Después fue Guardiola quien descubrió a Busquets en Tercera División. Y ahora es Flick quien detecta y confía en Marc Casadó. “Ya has jugado ahí en el Barça B. Ya sabes lo que necesitamos: ‘céntrate en la defensa’. Tenemos a Pedri, que es más atacante. Espero que nos des equilibrio”, le pidió el técnico alemán antes de su debut como titular en Montjuïc ante el Valladolid (7-0) el pasado 31 de agosto. Dicho y hecho. Solo falló un pase (63 buenos de 64 realizados, 98%) y recuperó cuatro balones.
Con Marc Casadó, que inició la andadura en su pueblo (tiene 6.000 habitantes), se prolonga esa hermosa tradición de La Masia, un lugar donde se construyen medio centros de todo tipo, jugadores que entienden el juego. Y lo juegan con tal simplicidad que todo lo que sucede a su alrededor fluye mucho mejor.
Así ocurrió luego en el Sant Celoni, paso previo a sus tres años en el Granollers, antes de que la Damm, una excepcional factoría de talentos, se fijó en ese jugador que ejerce de fusión entre el balón y sus compañeros.
Llegó al Barça en 2016
Poco duró en el equipo de la fábrica cervecera porque las voces sobre su talento, y no solo defensivo, se expandió por Catalunya. Y lejos de su tierra. Eligió el Barça (entró en el 2016) para ser pieza indiscutible en el Infantil A. Y de ahí al primer equipo, pero sin estridencias. Ni ruido. Como es su fútbol.
Algunos le pasaban a toda velocidad, mientras él, prudente y callado fuera del campo, se sostenía con vigor en el campo apoyado en una excelente mentalidad. Infantil, Juvenil, capitán del equipo que logró el doblete (Liga y Copa de Campeones), ascenso nada mediático al Barça Atlètic, donde topó con una figura clave en su formación.
Impulsado por Rafa Márquez
Un entrenador que le hizo sentirse protagonista mientras algunos compañeros de su generación ya estaban en el Camp Nou. Él, aún no. Casadó adquiere una nueva dimensión con un entrenador que hizo un excelente trabajo de formación en el estadi Johan Cruyff.
“Si estoy donde estoy es en parte gracias al trabajo de Rafa Márquez”, contó el centrocampista cuando ya disfrutaba de la confianza más que absoluta de Hansi Flick, el técnico que le abrió la puerta del primer equipo. “Nadie esperaba que esto fuera tan rápido”, ha reconocido Albert Casadó, el padre del jugador, a SER-Catalunya.
Debutó con Xavi, pero aquello sí fue cocción a fuego extremadamente lenta porque llegó a estar convocado en 26 encuentros, pero sin quitarse el chándal de suplente. Solo jugó cuatro ratos: dos en la Liga (ocho minutos ante el Atlético y cinco ante el Cádiz) y otros dos ratos en la Champions (ocho minutos con el Skhathar y 14 frente al Royal Amberes).
“Claro ejemplo de jugador profesional”
Y bajaba al filial sin desmoronarse, aunque le tocara jugar hasta de lateral derecho. Márquez, un central que se transformó en medio centro o viceversa, resultó clave en esa formación. “Siempre ha tenido mucha paciencia y humildad. Y cuando no podía jugar en el primer equipo, pedía jugar en el Barça B, perdón en el Barça Atlètic”, ha reconocido Albert Casadó, su padre.
“Ahora como entrenador, de las cosas que valoras más es el agradecimiento y la ayuda a evolucionar al jugador, Casado es un claro ejemplo de un jugador profesional de los pies a la cabeza !!bravo!! Feliz por su rendimiento!!”, tuiteó el mexicano, feliz por la eclosión de Casadó.
Un tipo que vive cada partido como si fuera el último de su vida. O, tal vez, el primero. Cualidades que ya detectó Flick nada más llegar en Barcelona. Por eso, creyó en él casi de forma fanática. Jugó, y no como medio centro, en el debut en la Liga ante el Valencia en Mestalla. El titular era entonces Marc Bernal. Luego, Casadó volvió al banquillo ante Athletic y Rayo Vallecano.
Irrupción espectacular
Hasta que la rodilla de Bernal crujió en Vallecas llevando la depresión al vestuario porque una vez encontrado el posible heredero de Busquets caía gravemente lesionado. Entonces, Flick ni se inmutó. Miró al otro Marc, a Casadó, y lo puso en la casa de ‘Busi’ y desde entonces nadie lo ha movido de ahí.
Su irrupción ha sido espectacular, al punto de que hasta Luis de la Fuente se lo lleva con la selección española, consciente de que centrocampistas así -defienden con la pasión de un zaguero, tienen la mirada clarividente de un medio centro de la vieja y moderna escuela Barça y un peso cada vez más ofensivo- son todo un tesoro. Flick lo vio al instante. De la Fuente, también.
Ni 20 partidos lleva en la elite (suma apenas 18), pero han sido más que suficientes para entender que el futbol de Casadó es una bendición. Una bendición para sus compañeros -lleva cinco asistencias de gol- y para cualquier entrenador porque viven más tranquilos con él oteando el paisaje desde ese enrevesado cruce de caminos.
A Las Rozas irá esta semana Marc Casadó, un centrocampista indetectable en el radar de la selección. Indetectable porque apenas fue convocado hace cinco años para la selección sub-16 y solo fue citado, hace apenas un mes, por Santi Denia para la selección sub-21.
Ahora, todos saben quien es. Y Busi, desde Miami, debe sonreír cada vez que lo ve en el campo. Hay algo de él en ese chico que juega con tal naturalidad que parece que lleve toda la vida ahí.