Soy un ciudadano de Lugo de 101 años de edad que recientemente he recibido en el Hospital Universitario Lucus Augusti (HULA) la implantación de una prótesis total de cadera, lo que me ha permitido suprimir los intensos dolores que últimamente padecía y, a la vista de los primeros resultados, estoy seguro que me permitirá recuperar también la vida activa y social que siempre había podido y querido mantener. Y en este sentido querría hacer un par de reflexiones que me parecen obligadas después de la experiencia vivida en el hospital público de Lugo.
En primer lugar, mostrar públicamente mi gran agradecimiento a todo el personal y servicios con los que he tenido contacto (lista de espera, preoperatorio, quirófanos, despertar, anestesia, cocina…), y de un modo muy especial a todo el servicio y planta de Traumatología, representado en mi caso de forma más personal a través de las milagrosas manos del traumatólogo Alejandro López-Pardo. En todos los casos la relación ha sido muy humana y cordial, buscando esa empatía con el enfermo que tanto se agradece, pero además siempre basada en una gran profesionalidad y eficiencia que no he dejado de admirar durante mi ingreso.
Y no querría dejar pasar la ocasión para hacer en segundo lugar una breve y personal reflexión sobre nuestro sistema público de salud. Yo, por mi edad, he vivido el nacimiento y evolución de la sanidad en España y Galicia, desde la nada más absoluta hasta el extraordinario sistema sanitario público que hoy hemos logrado construir y disfrutamos, tanto en atención primaria como hospitalaria. Un sistema cada vez más grande y complejo que obviamente genera tensiones y desajustes, pero que en ningún caso debería ponerse en riesgo porque en ese proceso nos jugaríamos literalmente la vida como personas y como sociedad. Por ello, considero fundamental que todos, tanto los usuarios como los que lo dirigen, lo valoremos adecuadamente y nos esforcemos cada día, cada uno desde su responsabilidad, en mantenerlo y conservarlo.