Health

El doloroso síndrome del “hombro congelado”: por qué afecta más a las mujeres y cómo se revierte

  • La capsulitis adhesiva no sólo provoca dolor sino también rigidez.
  • Es un trastorno asociado a la menopausia por la baja de estrógenos.
  • En algunos casos puede llegar a requerir una artroscopia.

Es un dolor constante en muchas mujeres, que tiene picos de intensidad, que las limita en sus ganas de moverse y que puede mantenerlas despiertas de noche. No, no es de ovarios. Es bastante más arriba en el cuerpo y, justamente, prevalece en quienes ya no menstrúan. Es el síndrome de “hombro congelado”.

Conocido científicamente como capsulitis adhesiva, su síntoma principal se siente: el hombro está tan rígido que, además del dolor crónico, no permite levantar el brazo a tope.

Molesto, intermitente, muchas veces se intenta taparlo con analgésicos de venta libre. En realidad, necesita de una larga rehabilitación. El dolor puede permanecer por años.

Clarín consultó a un experto en hombro y a una ginecóloga especialista en climaterio, para entender qué es vivir con una extremidad “frozen”.

“La capsulitis adhesiva es idiopática. En la gran mayoría de los casos, no tiene un origen conocido, no se sabe cuál es su causa. Se relaciona con la menopausia porque está asociada a algunos trastornos endocrinológicos“, dice a Clarín Maximiliano Ranalletta, jefe de sección de Patología de Hombro del Hospital Italiano.

“Si bien la menopausia no es una enfermedad, hay una cantidad de alteraciones hormonales que promueven la capsulitis“, explica el cirujano traumatológico, y aclara que los hombres no están exentos de este dolor.

“Por ejemplo, en general se ve con más frecuencia en pacientes con diabetes, por ese trastorno endocrinológico. Pero sí, es prevalente en mujeres en Argentina“.

Esa incomodidad en el hombro aumentó durante la pandemia. “Esto lo vimos a nivel local, pero estuvo reportado a nivel mundial. Es que en la capsulitis adhesiva también juegan algunos factores emocionales”.

Un dolor, distintas fases

El síndrome de “hombro congelado” tiene distintas fases.

“La primera se manifiesta sólo por dolor, el hombro todavía no tiene rigidez, no está congelado, entonces, en un principio es muy difícil dar justo el diagnóstico de capsulitis, es casi imposible. Como cuando un paciente llega a la guardia sólo con fiebre. Hasta que no tiene tos, no se puede decir que tiene algo en las vías aéreas. Muchas veces el hombro congelado se malinterpreta como una tendinitis“.

Para Ranalletta, recién en la segunda fase este dolor puede diagnosticarse de forma certera. “Es cuando aparece la rigidez, y ahí depende del ojo del médico, porque en la primera fase, ni la radiografía, ni la ecografía, ni la resonancia magnética muestran esta enfermedad”, diferencia.

En esa segunda instancia, cuando se engrosa la cápsula afectada, sí es visible en estudios por imágenes.

El tratamiento varío mucho de acuerdo a la sintomatología de cada paciente y según el tiempo de evolución.

“En quienes se detecta en un estadio temprano, se trata de manera farmacológica el dolor, y con kinesiología, para que la persona no pierda rango de movilidad. En pacientes que ya perdieron movilidad, se trabaja sobre esa pérdida. Se intenta descongelar el hombro, a la vez que se calma el dolor y se los infiltra con un corticoide, para mitigar los síntomas”.

Hay un porcentaje menor de pacientes que no mejoran. Ni el rango de movilidad del hombro, ni el dolor. Esa sería una fase 3, que se estima a los tres o cuatro meses de iniciado el tratamiento, y requiere una operación.

“Es un microcirugía, una artroscopia. Se busca liberar la articulación, para devolver al paciente un rango de movilidad igual al que tenía previo a la enfermedad”, cierra el experto.

En un paper publicado por Ranaletta y su equipo en The American Journal of Sports Medicine, el médico demostró que en los pacientes con capsulitis adhesiva que recibieron una única inyección de corticosteroides “se proporcionó un alivio del dolor más rápido y una mejora más temprana de la función y el movimiento del hombro en comparación con los anestésicos orales (como diclofenac)”.

Un síntoma “de menopausia”

Durante la menopausia, hay una disminución significativa en los niveles de estrógeno, una hormona clave que no solo regula el ciclo menstrual y la función reproductiva, sino que también tiene un papel esencial en la salud de los tejidos musculoesqueléticos.

Los receptores de estrógeno están presentes en varias estructuras articulares, incluidos los cartílagos y los tendones.

“La reducción de estrógeno desencadena una serie de cambios fisiológicos que pueden contribuir a la inflamación sistémica. Este estado inflamatorio puede afectar la integridad de los tendones y ligamentos, aumentando la susceptibilidad a lesiones y disfunciones asociados, como el dolor articular y la rigidez”, explica a Clarín Victoria Pereiras, médica especialista en Tocoginecología, Climaterio y Menopausia.

Además, el estrógeno tiene propiedades antiinflamatorias que ayudan a regular la respuesta inmune y la inflamación en el cuerpo.

“Su disminución puede resultar en una respuesta inflamatoria más robusta y, en algunos casos, en el desarrollo de condiciones como el síndrome del hombro congelado, caracterizado por limitación en la movilidad del hombro y dolor debido a la inflamación de la cápsula articular”, detalla.

Aunque no hay estadística a nivel país sobre la prevalencia del hombro congelado en mujeres, desde No Pausa, la primera app en Latinoamérica dedicada a la salud y el bienestar en la menopausia, de la que participa Pereiras, cuentan con una herramienta que les permite evaluar esta y otras afecciones en muchas mujeres que la utilizan.

Según el último reporte, entre los más de 34 síntomas registrados en la menopausia y cómo repercuten en la calidad de vida, sobre una base de 4.765 mujeres entre los 47 y los 52 años, el 58% manifestó haber experimentado molestias en músculos, huesos y articulaciones.

AS

LEAVE A RESPONSE

Your email address will not be published. Required fields are marked *